"Todo está permitido,
dicen; pero no todo conviene. Todo está permitido, pero no todo edifica" 1
Corintios 10-23.
Hermanos, lo primero que se debe
resaltar es algo que ya probablemente todos ustedes saben: Dios, creó al hombre
libre, pero una libertad condicionada.
Cada quien es responsable de los
actos que realiza, pero existe un código al cual todos debemos apegarnos, de lo
contrario, existen graves consecuencias. Al código que me refiero es el
decálogo, en otras palabras, los diez mandamientos; estos rigen la vida del
hombre, señalando que se puede hacer y que no se debe hacer.
Es cierto que todo está permitido, pero lo malo es castigado y lo bueno
es premiado. El castigo de lo malo es la muerte y el premio de nuestras buenas
acciones, se nos paga con la vida eterna.
Las cosas que nos edifican, son las que nos dejan una enseñanza
positiva; a través de estas, la humanidad, las sociedades, las familias y todas
las organizaciones, fomentan la convivencia sana y la armonía entre los entes
que convergen en un determinado grupo.
Como ejemplo de esto, podemos señalar: Los padres que fuman, no pueden
decirle a sus hijos, “Hijo no fume, porque hace daño a la salud”. Se les olvida
a los padres, que la mejor manera de edificar al hijo, es por medio del ejemplo.
Hermanos, Jesús mismo, señaló haciendo alusión a los Fariseos y Escribas
de la ley. “hagan lo que ellos dicen, pero no los imiten”. Obviamente, Jesús
dijo esto: porque las acciones de los fariseos y escribas, estaban muy lejos de
lo que predicaban en las sinagogas.
Para afirmar lo dicho, leemos a Mt. 23, 2-3.
Oremos:
Señor, permíteme saber que debo hacer y que no debo hacer, ayúdame a
edificar con mis ejemplos, ayúdame a ser por lo menos el reflejo de tu sombre,
concédeme descernimiento entre lo bueno y lo malo, te lo pido en el nombre de
Jesús amén.